Acantilado
Supe que era ella al instante.
Esa forma suya de llamar.
Me acerqué despacio hasta la ventana.
Era mi consciencia sin peinar.
Fuimos caminando entre los escombros
de mis decisiones sin tomar.
Y es que el tiempo pasa, amiga mía,
y la vida avanza sin piedad.
Con los pies colgando sobre el mar en el acantilado,
abrazadas al amanecer me invitaste a saltar.
Que la vida es una vez y sabes que estoy a tu lado
y que el vértigo no es más que el miedo, el miedo a cambiar.
Sobre el mar de dudas de tus ojos
pude ver mis miedos navegar.
Siempre veo el gris del arcoíris.
Es mi maldita forma de mirar.
Con los pies colgando sobre el mar en el acantilado,
abrazadas al amanecer me invitaste a saltar.
Que la vida es una vez y sabes que estoy a tu lado
y que el vértigo no es más que el miedo, el miedo a cambiar.
Y saltamos al amanecer con el sol en los labios,
con la espuma de los sueños rotos bajo nuestros pies.
Y es que el viento nos abrió sus brazos, nos fuimos volando
donde viven esos corazones que saben perder.